Marisol salió de Venezuela en 2019 para salvar su vida. La falta de acceso a un tratamiento y medicamentos que le pudieran ayudar a mantenerse estable a pesar de su complicado estado de salud, la llevaron a salir del país. El viaje de llegada a Colombia no fue fácil pues tuvo que atravesar un río en canoa, y aferrarse a su hija y a sus maletas para mantenerse seguras. Una vez en tierra firme, llegó al departamento de Arauca, frontera con Venezuela, donde se reunió con su esposo e hijo que las esperaban hace algunos meses. Al principio pasaron momentos difíciles mientras se adaptaban a la nueva vida. “A mí me ha tocado muy fuerte porque yo no sabía lo que era pasar hambre y dormir en el piso. Para comer nos tocaba ir a un comedor comunitario, donde teníamos una hora de comida al día, y lo poquito que ganábamos era para darle alimentación a los niños”, cuenta Marisol del Valle.
Debido a la psoriasis crónica que padece, una enfermedad en la piel que le crea plaquetas en el cuerpo, la tarea de caminar bajo el sol puede ser tortuosa; por lo que encontrar empleo se hace aún más difícil. Antes de entrar en aislamiento, tenían un trabajo informal, Marisol hacía arepas y su esposo salía a venderlas. Ahora, a pesar de que su negocio quedó en pausa, recibió ayuda económica de parte del ACNUR para sostenerse durante la cuarentena. En el futuro, sueña con comprarse un calentador para expandir su oferta de comida y vender empanadas.