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Alejandra, una refugiada salvadoreña en Panamá, estaba tratando de salir adelante junto a su esposo y sus dos hijos. Tenían un negocio de venta de postres caseros y estaban por invertir en un pequeño quisco cuando llegó la pandemia. Con ella, también se instalaron medidas de confinamiento destinadas a detener la propagación del virus. Alejandra y su esposo ya no podían trabajar y la familia tenía que escoger entre el almuerzo o la cena cada día.

En abril, el segundo mes del confinamiento en Panamá, Alejandra inició el blog “Escritos de un Refugiado” para reflexionar sobre eventos pasados ​​que la obligaron a huir de El Salvador y sobre su vida como refugiada en medio de la pandemia mundial.

“Estar en confinamiento me ha recordado cuando estuve secuestrada por tres días en El Salvador. Ha traído todos esos recuerdos de regreso. Escribir es parte de mi terapia psicológica. Me desahoga, me libera… me quita estrés.”