Darle vida y color al albergue donde vive es lo que más alegría le da al venezolano Juan Batista Ramos, de 69 años. Al igual que él, unos 480 venezolanos albergados en Roraima encontraron en el trabajo comunitario una forma de contribuir a los lugares que llaman, aunque sea temporalmente, su hogar.
«Cada vez que el albergue me necesita, estoy feliz de poder ayudar», dice Ramos, quien llegó solo a Brasil en octubre de 2019, procedente de Venezuela.
Artista y músico, la contribución de Ramos es a través del Comité de Infraestructura del albergue Tancredo Neves, en Boa Vista, donde ha estado desde enero de 2020, cuando fue alojado por el ACNUR.
En el sitio, hay 15 paneles pintados por él.
Además de pintar, Ramos también anima a los otros 286 residentes con su música. «Ahora, dondequiera que mires aquí, en el albergue, hay un paisaje que nos recuerda que hay belleza en el mundo».