Aunque ante la emergencia sanitaria por COVID-19 el llamado es a quedarse en casa, para el salvadoreño Óscar*, de 44 años, esa no fue una opción. Esto no le detuvo de solicitar la condición de refugiado en México. Llegó a Tapachula a principios de marzo tras haber sido testigo en su país de un incidente con un grupo de delincuentes que lo amenazó de muerte.
“Me preocupa esta enfermedad, uno no puede salir mucho para cuidarse. Los parques están cerrados y es ahí donde podemos encontrar trabajo. Por lo menos tengo donde dormir y nos dan de comer, pero hay que aguantar. Son periodos difíciles”.
*El nombre fue cambiado por cuestión de protección.